miércoles, 28 de septiembre de 2011

Ideología, sentido común e investigación: discursos para el modelo

La necesidad de construir discurso para la construcción política de un proyecto nacional y popular es algo  que cualquier tipo formado en política hace. Pero en este caso propongo sumar a esto el aporte de la ciencia, de la investigación. Y no es nuevo ni original. Se trata de decir lo mismo que venimos diciendo, sostener nuestros principios e ideales, pero con el apoyo de datos veraces, irrebatibles, que puedan oponerse a discursos retrógrados y oscurantistas, que no tienen más argumento que el sentido común o lo ideológico (y ojo que no menosprecio ni lo uno ni lo otro, por el contrario, les reconozco una fuerza histórica y social que difícilmente el conocimiento científico pueda siquiera igualar).

Ahora bien, ¿por qué es necesario sumar más investigación a la construcción de discurso político?
Porque desde lo ideológico y desde el sentido común podemos sostener discusiones interminables, que sumen a iguales y/o semi-convencidos, pero que difícilmente convenzan a otros.

Desde lo ideológico puedo decir, por ejemplo, que a los más pobres hay que llegarles con políticas que les permitan tomar las mejores decisiones para su vida -cosa que creo van a hacer-, entonces les hago llegar asignaciones en efectivo. Desde otra postura (también ideológica) puedo decir que hay que asistirlos con políticas, pero que no les dejen posibilidad de elección, porque supongo que seguro van a elegir mal (por “algo son pobres”, se dirán). Entonces planifico la llegada de víveres, o una tarjeta que restrinja los consumos a lo que creo que necesitan los pobres, tal como propuso el candidato a vice-presidente de un partido centenario, reconocido economista además.

También desde un sentido común puedo sostener posturas divergentes: puedo decir que, obviamente, si alguien que hace tiempo no dispone de dinero en efectivo, mediante una política empieza a disponer de él, entonces va a comprar las cosas que más necesiten él y su familia. También desde otro sentido común, puedo sostener que, obviamente, estos sectores pobres -depositarios de todos los vicios- van a destinar este dinero nuevo al uso de drogas y a las apuestas, tal como sostuvo un ex candidato a presidente y senador por el mismo partido centenario.

Estas construcciones son discutibles, pero en el mismo terreno en el que son planteados: la ideología o el sentido común. Y la población se va a dividir entre una y otra afirmación, sin que una pueda sostenerse como mejor que la otra.
El aporte de la investigación es el que puede volcar la razón (desde lo empírico) hacia el mejor argumento. Desde la investigación podemos afirmar, por ejemplo, que cuando alguien que no manejaba dinero empieza a manejarlo, con esa (mínima) nueva entrada de efectivo optimiza sus decisiones, y elige lo mejor posible, dentro de su rango de opción. Y esto lo podemos comprobar con datos, y lo puede comprobar cualquiera que desee reconstruir el camino de la investigación, es comprobable también por otros.

Por eso este post propone la investigación como militancia, como parte de la construcción del discurso que sustenta el modelo,  porque demuestra cuáles son las diferencias que nos hacen la mejor opción.
Porque ya es hora de blanquear que la ciencia también es política, que construye o destruye modelos de sociedad, y que nadie hace investigación desde la neutralidad.
Por eso, sumar a la discusión el aporte de la investigación fortalece la construcción ideológica del sentido común, el que sustenta el modelo Nacional y Popular.
Es más, creo que los investigadores comprometidos con la construcción de este modelo tenemos la responsabilidad (por no decir la obligación) de aportarle datos consistentes a todos los compañeros que den la discusión, sean del campo que sean.
Dicho en otras palabras, es necesario sumar clara y abiertamente el aporte de la investigación social a la “batalla cultural”, que no es otra cosa que un enfrentamiento de “sentidos comunes”.

lunes, 5 de septiembre de 2011

La Asignación Universal por Hijo y los nuevos futuros


La AUH (Asignación Universal por Hijo) es sin dudas una política con muy altos efectos positivos sobre el ingreso y el consumo de los más pobres. Eso es lo que muestran todas las estadísticas y números que analizan el impacto que está teniendo entre las familias que la reciben.
No obstante, hay efectos que no se miden en números, pero son también muy fuertes y con un impacto social muy significativo.
Una de las cosas más fuertes que aparecen, por ejemplo, es la posibilidad de planificar gastos, que se asocia a su vez a postergar consumos o tomar créditos.
Y por qué digo que es una de las cosas más fuertes? Me ayuda la información cualitativa de una investigación que está realizando un grupo de antropólogos, economistas y sociólogos, sobre la que me podés pedir información, y pronto encontrarás parte de los informes en este blog.
Algo que parece mínimo, como es cobrar en forma mensual fija y en efectivo, tiene efectos muy significativos en las representaciones de las familias. Veamos…
Personas y grupos familiares, que no tienen ingresos fijos desde hace años, empiezan ahora a entender que se puede planificar, por ejemplo gastar en una cena especial, un juguete, una ropa, una salida, un festejo. Esto implica que se espera a cobrar para comprar algo que se desea o se necesita, fundamentalmente eso: se espera.
Y alguien que puede esperar, es alguien que tiene futuro: un futuro que antes no existía, y obligaba a consumir, gastar lo que se tuviera a mano ya, comer ahora, tener ahora, en el momento, porque mañana quién sabe…
Hay mamás que cuentan que “se metieron” en un crédito por primera vez, y se compraron la cocina, o la heladera, o una cama. Y que por primera vez tuvieron que organizar el gasto y la plata, porque todos los meses había que pagar la cuota.
Otras mamás nos dicen que cuando cobran, hacen una salida con los chicos, que antes no se podía porque siempre había algo urgente que comprar, y nunca se sabía cuándo volverían a tener dinero.
Otras mamás cuentan sus planes de compras futuras, planes que hablan de un futuro chiquito, cercano, pero futuro al fin.
Eduardo Galeano hablaba del “derecho de soñar” como aquél del que bebían todos los otros derechos, y sin embargo ausente de todas las convenciones y listas de derechos consagrados.
Y para recuperar los sueños, es necesario, primero y antes que nada, recuperar el futuro.
Parece que vamos en camino.